Dietario Desde Mi Jardin

Dietario desde mi jardín - Fresno

26 de enero,

viernes

El latido de la coma.-

Isabel Escudero escribió aquella copla graciosa y profunda que canta:

AMOR de nadie

volando por los aires;

Amor mío

en mis manos

siempre herido.

Hay una especie de contradicción entre el “amor de nadie”, tan luminoso, libre, fácil,

y el “amor mío”, tan establecido, poseedor, engorroso.

Quizá San Juan de la Cruz pensó “en el Amor de nadie” como el Amor a todos, como el Amor a la vida, cuando consideraba que, al final, cuando comparezcamos ante Dios, solo nos preguntará acerca del amor con el que hemos vivido, pues fácil resulta comprobar, en un elemental examen de conciencia, que “el amor no dado” es el déficit más esencial de la humanidad, ese amor que se confunde con el bien que hemos dejado de hacer, con el cuidado que hemos dejado de ejercer con nuestros semejantes. Y quizá sea esto lo que nos preguntemos cada uno cuando sintamos que ha llegado el final de la vida.

Parece inexplicable que algo tan primordial como el AMOR de nadie pueda ser tan deficitario, todavía. Y tan responsable, seguro, de la deshumanización que nos agobia.

Y, por otra parte, el amor mío: tan precario, dudoso, problemático.

Todos tenemos experiencia de su complicación, y muchas personas han sufrido daños severos por la falta de amor, o por cómo han sido amados, en ocasiones lo han experimentado desde edades muy tempranas. (Frecuentemente, viendo al adulto se puede adivinar el amor que recibieron en la infancia)

Es muy evidente la intensa facilidad con la que podemos dañar y se dañados amorosamente, pues hemos perdido el criterio para discernir lo verdadero de lo falso,

lo consistente de lo efímero,

por mucho que, en la calle, en las canciones, en el cine…hablen y canten acerca de cómo amar y cómo hacer el amor.

Veo el amor tantas veces herido que me callo mucho, y me desconsuelo. Me pregunto por qué no nos decidimos a amar de otra manera si la manera habitual es tan dañina, resultando, todos, tan vulnerables y tan vulnerados, unos más, otros menos.

Traten, si quieren, añadir una coma a la copla que aquí celebramos. Pónganla, en un primer momento, detrás de “Amor mío” y, después, la trasladan a continuación de “manos”, y déjense llevar por el latido de la coma en cada una de las dos posiciones.

27 de enero,

sábado "

"Días perfectos”.-

Procuro que no me importe demasiado ninguna edad, salvo la edad nuestra de cada día, ese punto donde la intensidad existencial del presente vence pasado y futuro.

En esta idea pensé hace muy poco después de ver la maravillosa película de Wim Wenders, Perfect Days, en la que su protagonista, un limpiador de lavabos públicos en la ciudad de Tokio, lee a Wiliam Faulkner antes de dormir,

y sonríe al ver el cielo,

cuando sale de casa cada día,

con su ropa y utillaje de trabajo.

Gesto este que bien podría encuadrar en la fértil utilidad de lo inútil que patrocina Nuccio Ordine, el escritor italiano fallecido el año pasado.

(De paso, es una excelente ocasión para contemplar amplios y excelentes tomas y panoramas de la ciudad de Tokio).

28 de enero,

domingo

La Revalorización anual de las pensiones públicas.-

Todos los pensionistas públicos (diez millones largos, cito de memoria) hemos cobrado este mes la pensión revalorizada en un 3.8%, al menos.

Me maravilla este suceso.

Me maravilla la propia existencia de la Seguridad Social en España que no va más allá del 28 de diciembre de 1963, fecha en la que entra en vigor su Ley de Bases, que alumbró el nacimiento de la Seguridad Social tal como hoy la conocemos.

Es, pues, muy reciente.

La sociedad vivió siempre sin Seguridad Social, con el único alivio de la caridad. Hoy es una de nuestras más preclaras y queridas señas de identidad, de España y en la Unión Europea.

La revalorización anual de las pensiones de acuerdo con el IPC anual no es una noticia de prensa que se lee y se pasa sin más. Ni siquiera una noticia de la que alegrarse individualmente, más bien merece mostrar una alegría colectiva, pues es la sociedad en su conjunto la que la disfruta y la financia. Cobramos las pensiones porque vivimos juntos, porque existe un nivel de solidaridad ya establecido, que nadie cuestiona (¿), y que se incorpora todos los años a los Presupuestos Generales del Estado. Es algo extraordinario que se ha hecho ordinario, y razón para pensar y sentir el privilegiado espacio europeo en el que vivimos, que debería hacernos muy proclives a entender y aceptar los movimientos de emigración hacia nuestros países, pues es bien patente, creo, la noche oscura y tenebrosa en la que está viviendo nuestro tiempo y gran parte del mundo, que es, también, el nuestro.

Siento gratitud, desde la convicción de que, con mi pensión,

es más, lo que la sociedad me da que lo que yo le di.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.