Dietario Desde Mi Jardin

Dietario desde mi jardín - Gimkgo Biloba

26 de abril,

viernes "

"Desde mi jardín”.-

El “jardín” desde el que escribo me sugiere un espacio a resguardo de distracciones y de interrupciones.

Me recuerda aquel lugar en Atenas al que se retiró Epicuro para llevar una vida sosegada. A la Escuela que allí creó se la conoció como “el Jardín”.

Y un jardín botánico tenía Aristóteles en su Liceo.

Y, antes, la Academia de Platón también se hallaba en medio de un arbolado.

Quizá este ambiente de la Filosofía clásica me invitó a pensar cada semana en el jardín.

También, seguramente, las cartas que Rilke escribió “en torno a su jardín”, en Muzot,

o tantas referencias cultas en la literatura, como “El monstruo de los jardines”, de Calderón de la Barca (se está representando actualmente en Madrid), o “El jardín de los cerezos”, de Anton Chéjov, o aquel verso de Emily Dickinson que dice “Aún no se lo he dicho a mi jardín”…

Yo también quise recogerme en “un jardín” para pasar ratos dedicado al estudio,

porque es cierto que el mundo se manifiesta,

pero hace falta atención,

y solo la atención reiterada alcanza el estudio;

cuanta más atención, más madura el alma y más fácil resulta escribir, que es lo que intento hacer desde hace tiempo a través de este “dietario desde mi jardín”.

27 de abril,

sábado

La salud de la lectura.-

El 23 de abril el Mundo celebra el “Día internacional del libro”. Reconozco que soy muy de “todos los días”

y nada de “los días de algo”,

de manera que, siendo yo tan habitual de las librerías, rara vez he asistido a los “días del libro” donde exponen todas, y nunca he hecho espera para que el autor de algún libro me lo dedique de su puño y letra.

Ante el bullicio sonoro y primaveral del día del Libro de este año, yo me preguntaba por la salud del lector,

pues podría ocurrir que el libro estuviera en una etapa floreciente y, en cambio, estuviera decaído el lector que compra los libros.

Partiendo de que vivimos en una sociedad muy acrítica,

con mucha opinión, pero con poco criterio,

el lector no puede andar muy lejos de esta valoración general. El libro forma parte ya del adquirido confort consumista en el que es una señal de prestigio. De manera que es interesante preguntarse no solo si se lee, o cuánto se lee, sino, también,

lo que se lee.

Me gusta decir, y digo muchas veces, que para que un libro me interese necesito que me exija esfuerzo, como me lo exige cualquier proyecto vital.  Como entretenimiento tengo muchas otras cosas posibles que lo hacen igual o mejor que la lectura.

28 de abril,

lunes

Amores en tránsito.-

Llegas de visita a una ciudad: París, Rovaniemi, Kandy, Teruel…, sabes que estás de paso, que pasarás allí unos días y te marcharás (incluso puedes pensar que Teruel, siendo una ciudad tan pequeñita, la puedes agotar en una sola tarde).

Quizá por ello, te apresuras a cumplir con una lista de monumentos que quieres visitar, y vas de prisa de un lugar a otro para terminar exhausto cada noche.

Pasado el tiempo presupuestado, dejarás la ciudad y, en ella, todo lo que no viste y todo lo que viste poco, es decir, todo.

Pudiera ser que esto ocurra en otras muchas cosas que hacemos en la vida, incluido el amor, en este tiempo que podríamos llamar de “amores en tránsito”. La gente no sabe de qué manera vivir, ni enfrentarse, a ese amor de hoy felizmente “libre”, acuciado por la insistente sensación de que la permanencia amorosa implica estar perdiéndonos algo.

Nuestra época se caracteriza por exigencias extremas de los individuos en el marco del neoliberalismo imperante, no dispuestos (los individuos) a sacrificar algo por sus ideales o por sus caprichos, aunque personas cercanas e inocentes puedan resultar perjudicadas. Estamos perdidos, pues si estuviéramos encontrados comprenderíamos que hay más vidas que la nuestra, que a nuestro lado viven los otros y las relaciones que generamos, con todo lo que ello significa.

Y puede pasarnos como cuando visitas una ciudad: vivir la vida de manera azacanada, queriendo llegar a todo, ver todo en un enloquecido zapeo, porque “no hay que dejar para mañana lo que puedes disfrutar ahora” como despide a diario la mujer que dirige un programa en la Uno de Televisión Española.

Precisamente porque estar de paso en el mundo es una verdad suprema conviene tomarlo en consideración y estar en él con atención y, a veces, para siempre.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.