Dietario Desde Mi Jardin

Dietario desde mi jardín - Sauce

17 de mayo,

viernes

Hacernos compañía.-

Vivir juntos no es equivalente a vivir en compañía.

Ni lo es estar con otros en medio de pantallas, móviles y juegos digitales;

tampoco asistir a un partido de futbol, en donde los diez miles de personas que están juntos gritan a una sola voz deseando lo mismo.

Puedes estar en compañía de muchos, pero pudiera ser que no te sientas acompañado de nadie.

Hacernos compañía es “estar sin más”,

con otros, con otras,

sin un propósito que lo justifique,

sin una rentabilidad que lo haga deseable,

ni siquiera con el pretexto de hablar.

Me refiero al estar por el gusto de estar, influenciados seguramente por los deseos que podemos llamar invisibles o no explicitados, y que resultan comunicables incluso desde el silencio: esa vívida sensación de sentirte acompañado en casa aunque cada uno esté haciendo cosas en los extremos, y es suficiente escuchar un ruido que viene de allí y que vale tanto como una sosegada conversación. Lo contrario también sucede: sentirnos solos en la propia casa aunque estemos entretenidos en el mismo jardín.

Hacernos compañía es estar por estar, como prueba de estar vivos y de compartir alegrías o tristezas, preocupaciones o sosiegos,

incluso ofreciendo a cambio de nada.

Es posible que se esté olvidando esta compañía de la que habló, y que no tiene modernidad que la sustituya; hay, sí, mucha terapia profesional, que no es alternativa a la compañía.

La compañía, si falta…, falta.

Frecuentemente, el frágil espacio que separa la salud de la enfermedad depende de que la gente pueda sentir que eres bienvenido,

que alguien está pendiente de ti,

que te sientes escuchado.

La compañía es lo que más favorece la salud mental. Y no necesita partida presupuestaria, ¿o sí?, porque mejorar los hábitos sociales tiene mucho que ver con la educación que producimos y recibimos, “porque las personas no son unas máquinas que se construyen según un modelo que las crea dispuestas a hacer exactamente la vida que les sea prescrita,

sino

un árbol

que necesita crecer y desarrollarse por todos los lados, según la tendencia de sus fuerzas interiores, que hacen de él una cosa viva” (John Stuart Mill, Sobre la libertad).

18 de mayo,

sábado

No insultar tiene premio.-

Las elecciones catalanas celebradas el 12 de este mes han puesto de manifiesto que un político que no insulta,

que confronta sin gritar,

que ni por equivocación resulta agresivo…

puede ser el líder de un partido que ha ganado las elecciones, de manera que no insultar tiene premio y es una excelente estrategia política.

Esta cosa, tan rara, debería ser lo más noticiable, pero ni por esas, el principio de causalidad tiene un único defecto, que cualquiera puede inventarse la causa del efecto, y de esta manera circular totalmente falaz. ¡Ay, qué época esta, tan laica y tan saturada de creencias y de creyentes!

19 de mayo,

domingo

El lujo del silencio.-

Grande, incomprendido, difícil, necesario.

El silencio es la falta de voces, de gritos, de ruidos, de pantallas, de móviles;

es la singular paz de pasear con otro sin necesidad de hablar.

Llega cuando callo y callan mis interiores;

cuando pongo en silencio mi memoria y mi pensamiento;

cuando pliegan alas deseos y temores.

Se presenta dejándolo llegar: ajeno a la técnica, más allá de objetivo alguno, fuera del esfuerzo, sin ánimo de control.

Entonces…

lleno la mirada con lo que pasa dentro de ese espacio de  transparencia: no la que tú creas sino la que tú ves,

como ves el lago cuyas aguas claras muestran todo su fondo sin que tú hayas hecho nada para conseguirlo,

como está el mar, o los árboles, o la tierra,

sin necesidad de entrar en ninguna pantalla para ser.

Me parece un lujo hablar así sobre el silencio.

¿Intempestivo?,

¿Inútil?,

¿Prescindible?,

No me importa. Cuando las tonterías humanas son inabarcables es un disfrute dar alguna posibilidad a otras que a duras penas se escuchan, aunque no alcancen ninguna notoriedad. Todo sea por la igualdad de oportunidades. No espero a decirlas mejor: cuando las sepa decir mejor…, las volveré a decir.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.