Primera Etapa

La gratitud

Esta entrada quería titularse Democracia S.A., utilizando la expresión que el destacado teórico norteamericano Sheldon Wolin daba a uno de sus libros, título que me hubiera servido para continuar razonamientos de la última entrada “Economizados”.

Pero no va a ser así, al menos por ahora, porque, mientras tanto, llevo unos días pasando mucho tiempo en el Hospital General Universitario acompañando a mi mujer en una operación de fractura de cadera,

y de lo que me apetece hablar es acerca de los hospitales a partir  de lo que estoy viendo y experimentando en estos días de intensa presencia y vivencia de la vida de un hospital grande.

Lo quiero hacer desde una mirada hacia lo público, desde “mi” mirada a lo que queremos que sea un Servicio Público, tan esenciales como son todos, pero en especial éste de la Sanidad y el de la Salud de los ciudadanos.

El sentimiento predominante con mucho es el de agradecimiento, que me surge desde abajo arriba (antes que desde la cabeza a los pies), al ver tanta gente moviéndose ordenadamente,

trabajando para nosotros,

para que se cumpla lo esencial,

que es restablecer la salud de una persona enferma,

incluso para que yo, su acompañante, esté cómodo,

y bien informado,

y amablemente acogido y tratado.

Y todo gratuito, aunque sea tan costoso mantener un hospital como éste en el que estamos: son los otros quienes me lo están pagando.

Se lo comentaba a la acompañante de la enferma con quien compartía habitación y, al expresarle algo parecido, reaccionó con rapidez ilustrándome que lo que allí recibíamos era la prestación correspondiente a un precio que habíamos ido pagando a través de toda la vida con las cotizaciones a la Seguridad Social.

Mi asombro fue mayúsculo, no por el contenido de lo que decía que, en realidad, yo bien sé lo que es y lo que significa la Seguridad Social en España y en Europa, sino:

  • Por la rapidez con la que “saltó” en un espacio tan poco inflamable como el de un hospital,
  • por el tono de la respuesta, con claro componente de recriminación por una deficiente apreciación de la realidad.

Le contesté con igual prontitud que lo había hecho la señora, y le dije algo así, a lo mejor con algún tono, también, de acritud: puede que tenga usted razón, señora, pero, aunque nos acabamos de conocer, me atrevo a pedirle que me permita sentirme agradecido sin más por todo lo que estoy recibiendo en estos difíciles días en este hospital, de todas estas personas que trabajan aquí y de todos los ciudadanos que hacen posible la existencia del centro.

Quiero que esta gratitud sea prevalente a cualquier otra consideración.

¿Cosas mejorables?

Seguro que muchas, entre ellas que las habitaciones no sean individuales, pero qué poca importancia tiene esto cuando tienes clara conciencia que el hospital público te presta la mejor asistencia clínica y quirúrgica del país para recuperar algo tan apreciado como la salud.

¿La comida?

Pero… ¿cómo va a preocuparme la comida (tan saludable por otra parte) cuando tan distinta es la posición vital cuando alguien ingresa enfermo en un hospital y cuando, sano, ha reservado plaza en un restaurante para comer bien?

Me temo que quien no sabe agradecer con generosidad lo que tiene y recibe tampoco sabe criticar y reclamar lo que falta. Y quizá por esto, más que reclamaciones, lo que llega de la calle es tumultuario, griterío, aspaviento, manipulado o manipulador, o ambas cosas a la vez.

Quizá no nos damos cuenta del mal que nos infligimos a nosotros mismos cuando no sabemos, o no somos capaces de ser agradecidos. Quizá no nos damos cuenta del bien que nos privamos cuando nos privamos de ser agradecidos.

Propio del ciudadano exigente, crítico e ilustrado debiera ser el de ciudadano agradecido de lo que recibe del Estado y de la Sociedad en la que vive. Seguramente, la solidaridad sería más comprendida, más disfrutada, más convencida, más ejercida. Y nuestra democracia sería más sólida, más vigorosa, más querida.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.