Si Aristóteles fuera candidato a la Presidencia del Gobierno
“Povera e nuda vai, philosophia…”,
Petrarca, en el soneto VII del Cancionero.
Escribir sobre política desde una mirada filosófica fue lo que dijimos que nos proponíamos hacer cuando iniciamos este Blog.
Hoy, año y pico después, nos encontramos en medio de este estruendo bravucón de la campaña electoral que quiere acabar con el ciudadano para recuperar al administrado, por lo que cabe preguntarnos qué clase de renovación política cabe esperar de quienes son tan incapaces de renovar las campañas electorales, de las que ni siquiera se preguntan si podrían ser de otra manera, incluso si ya deberían desaparecer a estas alturas de siglo XXI por no resultar necesarias, ni convenientes.
Hoy quiero dedicar esta entrada a repasar la propia “mirada filosófica” sobre lo público y sobre la política a partir de lo que ha sido este Blog, más allá de lo mucho escrito sobre lo que canónicamente deba entenderse por Filosofía, y frente al insidioso proceso de e-co-no-mi-za-ción del conocimiento al que asistimos.
1º.- La mirada filosófica se sustenta en un cierto modo de saber que responde a preguntas caracterizadas por su universalidad y su laicidad, cuyas respuestas ofrecen actitudes globales sobre cómo gobernar la vida humana. Es decir, asocio “mirada filosófica” con mirada a la realidad de la política en su conjunto y a ese conjunto de realidad que es el propio ser humano haciendo política. Cada vez hay más ciencias acerca de lo particular, y de lo particular del ser humano. La Filosofía no es una de ellas, pues se hace preguntas de máxima generalidad para terminar ofreciendo una cierta visión del mundo en general o del conjunto en el que se fija.
2º.- Las afirmaciones que hacemos desde una mirada filosófica no gozan de la contrastabilidad ni de la irrefutabilidad de las afirmaciones científicas que podrían hacer, quizá, un teórico de la ciencia política, un demoscópico, un sociólogo de la política…, pero no son caprichosas, y aspiran a responder de manera inteligible a las cuestiones que se plantean y no tienen respuesta, todavía, en las ciencias particulares, o no tienen respuesta suficientemente satisfactoria. O responder y ahondar en todas aquellas cosas que la mayoría pretende olvidar.
3º.- La mirada filosófica es más una actitud intelectual que un conjunto bien delimitado de conocimientos como ocurre en cada una de las ciencias. Desde una mirada filosófica no es posible arengar a la multitud, pues quien mira con filosofía quiere comunicar lo individualmente pensado a una persona individualmente considerada a través de palabras llenas y desde argumentaciones variadas.
4º.- La mirada filosófica incluye el amor al propio saber, el amor al cultivo de la propia vida, el saber pensar y el saber vivir. Las dos cosas:
- Desde el saber pensar: inteligencia, conocimiento, lucidez.
- Desde el saber vivir: práctica: experiencia de vida.
Sabiduría teórica y sabiduría práctica, las dos, a la vez, vinculadas. Pues con solo la teoría las cosas y uno mismo se quedan en irrealizables o sin realizar. Y con solo la práctica no sé lo que hago, o hago siempre lo mismo. La filosofía tiene su propia manera de acertar y de equivocarse; sus propias debilidades y sugestiones; y de ella forman parte personas admirables y personas villanas: unas y otras casi siempre especiales.
5º.- La mirada filosófica es capacidad de ver (te-or-ía) la realidad en lo que es, de independizarse de los saberes colectivos que se tratan de imponer a las personas, de escapar a las múltiples tretas y truculencias que obstruyen-impiden el razonamiento libre: una persona, un voto, una opinión, un criterio. La mirada filosófica reivindica la necesidad, deseabilidad y pertinencia de la crítica de la política existente, que incluye la autocrítica y la disposición a ser criticado por los demás. A sabiendas de que todo lo que contribuye a la formación de una mirada crítica se está volviendo opcional y prescindible.
6º.- La capacidad de ver la realidad incluye ver lo que todavía no es y convendría que fuese. Ver lo que es de una manera para, en su caso, hacer que sea de otra manera; la filosofía es, también, práctica: capacidad de hacer realidad y de cambiar la realidad. La mirada filosófica defiende la racionalidad del pensamiento utópico frente al omnívoro pensamiento instrumental que domina el quehacer político.
7º.- La mirada filosófica requiere un cierto aislamiento intelectual del ruido, de la disipación, de la hiperactividad, de la prisa, de la rentabilización inmediata…, porque quiere hacerse solvente, lógica, cercana, sensible a la justicia, lejana a las pasiones colectivas.
He querido titular esta entrada imitando el título que Tom Morris dio a su libro: “Si Aristóteles dirigiera la General Motors”.
Si Aristóteles gobernase… sé que al menos pasarían estas dos cosas: que las asignaturas de Filosofía y de Historia de la Filosofía volverían a las aulas del bachillerato y lo harían con fuerza y con carácter permanente, y que la mirada filosófica formaría parte de la atmósfera formativa en todos sus niveles del aprendizaje.
En las elecciones del 26 de mayo habrá un filósofo que sí es candidato. A lo mejor él, sí, es el que llega a dirigir esta institución que se llama Comunidad de Madrid.