Textos Casuales

Todo se enreda, nada fluye

A veces nos embarga la sensación que, en la vida, las cosas se enredan,

o las enredamos,

que nada fluye,

que los ríos se han vuelto locos y están parados

y, por lo tanto, siempre te estás bañando en las mismas aguas del río,

en contra del “panta rei” de Heráclito.

En términos familiares esto resulta muy visible,

desde las pequeñas cosas hasta las más grandes,

desde el cordón de la persiana que se rompe inopinadamente,

o la refrigeración que no arranca ante los primeros calores caniculares, o una bacteria intestinal de uno de los niños, que hace que no pueda ir al cole,

con el trastorno inmediato para los padres con su vida laboral,

pues ya no hay nadie fácil que pueda quedarse con los niños. Mientras, hay que llevar al niño al médico, que se resiste al primer intento, y al segundo…, y papá tiene que salir del trabajo para llevar una muestra de heces corriendo al hospital para llegar antes de las dos de la tarde y ganar un día en el cultivo y el resultado.

O más ordinario, como las peleas entre hermanos por nada… aparentemente, pero un nada muy real para el mundo de los niños, y te quedas sin saber si sobreproteger o hacerte el loco.

Erre que erre, los niños no se cambian la ropa,

no se lavan los dientes: ni a la de tres

ni a la de cuatro

ni a la de dieciocho.

Y el nuevo juego de cantar para la videoconsola no funciona o solo se puede con un micrófono.

Y, papá, arréglalo.

Y, papá, no los acuestes tarde que tengo que hacer los trabajos para mañana,

pero está todo tirado por el suelo,

¿quién recoge lo que está tirado por el suelo?

¡niños!, lavaos los dientes por favor,

Pues…se acabó Netflix.

 Y el hámster tiene unos tumores tan grandes que casi no cabe por la puerta de su caseta.

¿Habéis dado de comer a los peces?

Papá, desbloquéame la tablet que no sé si tengo deberes de español.

¿Ahora? Si nos vamos a dormir…

Mamá es idiota por volver a fumar.

Pero ¡hijo!, si lo está intentando, y, además, tú qué sabes.

Pues me da igual, peor para ella.

 Os estáis portando muyyyy mal, concluye el papá, no os voy a leer un cuento para dormir.

Y, efectivamente, no hay cuento para dormir.

Papá abre el grifo de la ducha con agua caliente, que llena de vapor el cuarto de baño.

Más relajado, abre el ordenador y escribe estas líneas:

¡Cómo voy a añorar estos tiempos en el futuro! No me cabe la menor duda.

Entonces…

¿por qué no puedo disfrutarlos ahora?

Quizá, apunto yo, 

porque vivimos demasiado el momento

y demasiado poco la “imagen de la vida” que queremos proyectar en todo lo ancho del proyecto vital que es la vida familiar con hijos:

que significa cultivar el deseo de dignificar la propia vida,

de producir, mientras vivimos, un impacto ejemplar en nuestro espacio de influencia,

que pueda perdurar, incluso, cuando los mayores llegamos a ya fallecidos.

De la misma manera que el arte y la belleza perduran en los cuadros…, 

la ejemplaridad perdura, también, mientras se vive, y…después.

La vida se compone, sí, de “enredos”:

que nos detienen-retienen-atrapan en las redes que nosotros y el azar construimos,

o nos estimulan, pues manejadas (las redes) con lucidez y perseverancia, y vista la vida en panorama, los enredos son islitas y meandros por donde las aguas fluyen aunque a ratos se estanquen y hasta parezca que retrocedan, a veces.

Me voy a permitir “explicar” lo que quiero decir con “lucidez”:

  • es mantener la capacidad de “ver”,
  • es, no identificarse con ningún patrón de conducta, ni siquiera con el de ser “buen padre” o “buena madre”.

 Nadie puede ser “buen padre” o “buena madre” siendo, solo, eso,

es necesario trans-cenderlo,

marcar distancia objetiva que nos permita “ver” más,

que nos permita renovar y enriquecer algunas de las reglas de lo que nos han dicho que es ser “buen padre” o “buena madre”,

que nos permita cuidar nuestros modos de vida, nuestra relación con la realidad y con las palabras:

ser “buen padre” o “buena madre” es…estar siempre en proceso de serlo:

esto es lo que me parece la lucidez. Cuántas veces me acuerdo del “aprendo a ver“ de Rilke en Los Apuntes de Malte Laurids Brigge.

Ya en sueños, el desestabilizado padre del día tiene un sueño primaveral en el que desfilan Platón, Heráclito, Spinoza, Hume, Montaigne, Nietzsche, Proust…que le muestran el devenir de las flores, su ser y su no ser, la constante dinámica de vivir deconstruyendo y construyendo, con esfuerzo, sin poner fin a las preguntas, cuestionando las costumbres o las modas (que también las hay en educación), desde la libertad que, siempre, se identifica con el sentimiento de humildad con nuestros propios límites y de los límites que nos crean nuestras propias decisiones.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.