Dietario Desde Mi Jardin

Dietario desde mi jardín - Secuoyas

22 de marzo,

viernes

La vejez de Borges.-

Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899-Ginebra,1986) escribió en 1969 un libro de poemas que tituló “Elogio de la sombra”, idéntico título al que años antes había utilizado Tanizaki (Tokio, 1886-Yoshihama,1965). Es muy posible que Borges hubiera leído el libro del japonés pues, aunque no apareció edición española hasta 1994, sí la hubo en inglés desde 1977, “In praise of Shadows”.

Borges inicia así el último de los veintinueve poemas que componen el libro:

La vejez (tal es el nombre que otros le dan)

puede ser el tiempo de nuestra dicha.

No es un tiempo de dicha, dice,

pero “puede” serlo…,

al menos “de la nuestra”;

quizá pensaba Borges en su propio devenir que,

para entonces, ya vivía en una penumbra lenta, creciente e inexorable…

De esto habla el poema,

de la nueva realidad que percibe con su vista que se pierde,

pero lo canta de una manera tan bella, tan sensible, tan poco afirmativa que,

quien lo lee lo percibe, aunque no pueda imaginar cómo será leído por otros lectores.

Es un poema más extenso de lo habitual y, mientras fluye por ese devenir que es él mismo, Borges es consciente de lo que supone realmente el paso concreto por la vejez, de manera que intercala estos dos versos:

debería atemorizarme,

pero es una dulzura.

Las dos cosas:  potencial una; real, otra.

Quizá por ello Borges nombra al poema y al libro: “Elogio de la sombra”, ese espacio penúmbrico entre lo que es y lo que puede ser. Porque la vida tiene dos rostros, uno iluminado y otro oscuro, no debe extrañarnos, pues, que la vejez también los tenga,

y podamos preguntarnos en cuánto depende de cada uno que la vejez sea terrible o sea también una bendición,

y en cuánto contribuye la sociedad a que sea de una o de otra manera,

en la generación actual de viejos con una longevidad de 20-30 años posteriores al momento de la jubilación.

Me llena de perplejidad el paréntesis que intercala en los dos versos primeros, que induce a interpretar un propósito aclaratorio, como pidiendo permiso al término “vejez” para poderlo utilizar y reconciliarlo desde el principio con lo que quiere decir de la vejez a través del poema,

lo que confirma el doble plano en el que operan sus versos.

23 de marzo,

sábado

Realidad y realidad percibida.-

¿Hace ruido un árbol que cae en el bosque si no hay nadie para percibirlo?

Hay unos que creen que el árbol cayendo sí suena,

y otros quienes sostienen que lo de sonar solo puede suceder si hay un cerebro humano que lo percibe.

Así viene sucediendo desde que Berkeley se hizo la pregunta en 1710, filósofo éste que identificamos con su famoso latín “esse est percipi” (“ser es percibir”).

Ante el dilema, me consuelo pensando que los árboles nunca estuvieron solos en la inmensidad del tiempo en el que no existían humanos, pues siempre, siempre, los árboles han tenido notable compañía con los animales y otras plantas, de modo que, cuando un árbol caía, había siempre otros seres que les acompañaban, también perceptores del ruido de los árboles cayendo y, en ocasiones, con mayor precisión y sutileza que los humanos.

25 de marzo,

lunes

La lluvia.-

” Amanezco el día de hoy disfrutando de “ver” llover,

de manera tan mansa, 

tan persistente,

tan amable,

tan benefactora.

También he salido a la calle,

y he tenido que comprobar que el asfalto mojado no puede oler a tierra mojada, sensación ésta que tan bien recuerdo de tantas tierras mojadas que experimenté antes de cumplir veinte años.

Disfruto también, de fondo, por la lluvia que nos espera

durante la semana, si los pronósticos se cumplen. Y por la nieve que caerá en montañas y en las tierras altas.

Ya sé que siempre es verdad aquello de “nunca llueve a gusto de todos”,

lo sé,

y lo siento que esta lluvia disguste a cofrades y turistas,

pero en esta ocasión, (como casi siempre), es de mi gusto que llueva.  Incluso quiero pensar que quienes están saliendo de vacaciones, o quienes están ya junto a las imágenes de semana santa para procesionar con ellas…lo van a comprender, porque

la lluvia se ha convertido en un fenómeno extraordinario

para el planeta Tierra, y para millones de miradas que la disfrutamos desde las ventanas de nuestra casa.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.