Dietario Desde Mi Jardin

Dietario desde mi jardín - Tilos

7 de enero, domingo

Panem et circenses.-

En el Santoral del día primero de enero figuraba, entre otros, Almaquio, mártir.

Quise saber algo de este señor tan desconocido que aparece documentado en una hojita de calendario.

Pronto supe que fue un monje del siglo IV d.C., quien, además, precipitó el fin de la lucha de gladiadores en el Imperio Romano por el expeditivo procedimiento de lanzarse a la arena del anfiteatro para separar a los que se debatían entre la vida y la muerte, y fue él quien resultó muerto por los espectadores que se lanzaron encolerizados contra él porque asaltaba la distracción del pueblo. Esto ocurrió el 1 de enero del 404, y dio lugar a que el emperador Honorio decretara el fin de esta lucha inhumana en todo el Imperio.

Este santo, tan socialmente insignificante hoy, contribuyó, de manera muy eficaz, en acabar con algo tan cruento, y todavía vigente en los años en los que él vivía, de manera que me alegro de su pervivencia, al menos, en el santoral del Taco Calendario del Corazón de Jesús, pues se trata de un logro que él culminó y que se ha quedado para siempre. Y, de paso, contribuye a divulgar la Historia de Roma, todavía Magistra vitae en muchas cosas.

Algo parecido está sucediendo en la actualidad con la lidia de  toros bravos en la arena de muchas plazas de España y de algunos otros países.

Como en aquella época, también existe un clima social propicio para acabar con esta práctica salvaje, que en algunos territorios ya ha sido abolida. Falta que aparezca en cualquier momento otro Almaquio, a quien muy a gusto elevaría al santoral laico de la ciudadanía.

8 de enero, lunes

Invierno largo, frío, sereno.-

Leía recientemente la oda de Horacio que estimulaba a Leucónoe a preguntarse cuántos inviernos podría concederle Júpiter, o, tal vez, si sería éste el último, o, incluso, si solo le concedería este día.

En esta lectura yo modificaba el mar Tirreno del poema por las cosas que veo desde mi ventana, y por otros tantos inviernos que vi desde mi infancia alegrando el campo y sus trigales,

intentando influenciarme de la prudencia que aconseja el poeta y de la contención de la esperanza en nuestro vivir,

y, también, buscando, no tanto el sentido para vivir sino el sentido para morir, y para morir en cualquier momento.

No lo sé.

Sé con certeza que somos mortales.

Sé que no necesitamos la inmortalidad para experimentar plenamente la mortalidad que somos.

Más, digo.

La inmortalidad de la vida que conocemos sería una plaga que acabaría con la especie humana y con el planeta Tierra. Más de una vez, bañándome plácidamente en el mar de Calpe durante muchos veranos, se lo decía al peñón de Ifach, que se me mostraba arrogante queriendo refutar mi venganza…, arrogancia infundada, por supuesto, pues también es mortal el inmenso Peñón, porque ni existió siempre ni existirá siempre, igualito que cualquiera de nosotros.

Antes de Horacio, Homero ya prefirió que Odiseo eligiera regresar a su casa para encontrar y pasar los últimos días de su vida con su esposa Penélope, cuando pudo quedarse con Calipso y ser inmortal como ella. Despreció la inmortalidad porque la valoró como impropia de este ser que llamamos “ser humano”.

Me quedo con lo que soy,

aprendo desde lo que soy,

un ser que tiene los inviernos contados,

y contadas las Navidades que nos quedan;

mientras,

me acerco a diario a mi jardín a cuidar de árboles y flores esperando que sea aquí donde empiecen a no existir los inviernos y las navidades.

¡Así ha de ser!

Se trata de la cosa más común, y más higiénica, de cuantas se ofrecen a nuestros sentidos.

8 de enero, lunes. Actitudes políticas

Todos los políticos afirman tener siempre la razón.

Por eso, quienes no afirmamos lo mismo…necesitamos seguir haciendo política, a toda edad.

9 de enero, martes

Aprendimos a vivir.-

Una mujer escribió esto en un poema:

“Y como la vida es tan rara

pues aprendimos a vivir

con lo que éramos”.

Se llamaba Francisca Aguirre, y es un fragmento de su poema “Meditación”.

No sé en qué año lo escribió.

Sé que se casó en 1963 con el poeta Félix Grande;

que el murió en enero de 2014; ella, a primeros de 2019.

Sé, también, que era huérfana porque su padre fue pasado por garrote vil en 1942 por haber sido artista en la República.

Y no sé por qué él no sabía querer a su madre.

Te agradezco, Paca, que dijeras esto de aprender a vivir “con lo que erais”.

Y que lo sigas diciendo en este comienzo de año.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.