Primera Etapa

Eficacia electoral

Tiempo de elecciones.

Ya hubo una, para la Junta de Andalucía. Quedan tres para este primer semestre del 2019, y una más para 2020 o para este año, si así lo decide el Presidente del Gobierno.

Vivimos en una “sociedad de mercado” (denominación edulcorada del capitalismo), también de “mercado político”, y propio del mercado es la competencia, y del mercado político la competencia electoral. Quizá podría ser de otra manera, pero no lo es. Los votos representan en este mercado la principal cosecha de la democracia representativa.

Lo hemos visto mil veces, la última el dos y el veintisiete de diciembre pasado: 56 escaños: esa era la meta: la mayoría absoluta de la Junta de Andalucía (poder gobernar con oposición pero sin la oposición), y para ello eran imprescindibles los votos de los ultraderechos parlamentarios de Vox…

Es vital, pues, plantear con acierto los procesos electorales, y hacerlo a partir de las tensiones existentes en la actualidad, distintas de aquellas de hace un siglo con las que tuvieron que lidiar los partidos socialdemócratas.

Una de esas tensiones pivota entre el ámbito territorial donde se ejerce el voto (el Estado-Nación) y el ámbito globalizado en el que se desenvuelve la economía (el mundo). Ya era difícil hace un siglo ser internacionalista y no ser patriota con los intereses de los trabajadores dentro del ámbito nacional, mucho más ahora se ha agudizado esta tensión cuando los retos ecológicos han alcanzado una dimensión desconocida entonces.

Otra tensión esencial es la que exige resolver entre la eficacia electoral y la propia identidad de lo que significa hoy ser de izquierdas, que tan de manifiesto se pone, por ejemplo, en la toma de posición ante el fenómeno de la inmigración. Votan solo los españoles, pero presionan los extranjeros que llegan. La tensión entre un programa razonablemente consistente (de acuerdo con lo que han sido, son y quieren ser) o un programa populista (es decir, reaccionario) que promete a todos pero no hace política para todos.

Los latinos llamaron a los dilemas “silogismus cornutus” porque empitonan con cualquiera de los dos cuernos, de manera que son cuestiones de gran calado y también de gran dificultad, que necesitan ser afrontadas con programas “racionalmente consistentes”, orientados (como siempre) a la defensa de la distribución de la riqueza, de la emancipación de la pobreza y de la dignidad de todos, poniendo la razón a trabajar con nuevas argumentaciones,

no con el único argumento de ir a la contra,

y tomando como base el sentir de la sociedad,

y en el caso de la inmigración,

el sentir de aquellos trabajadores que se sienten más concernidos, que son los menos cualificados, o de parecido nivel a los emigrantes que llegan o viven aquí. Hace unos días, el matrimonio de mediana edad que me vendía verduras y frutas, hablando sobre los extranjeros que llegan, me decían que, muy a su pesar, las circunstancias les hacían ser “racistas”, defender que primero son los de aquí (me sonó a…!!América, primero!!), pero me lo decían dos excelentes personas,  que seguro que no votan a aquellos partidos que abren las puertas de par en par a los emigrantes. Se les debe escuchar y se les debe tener en cuenta.

¿Con qué argumento?

Quizá los partidos de izquierda están desorientados todavía, pero es necesario orientarse cultivando una identidad de acuerdo con lo que han sido, con lo que quieren ser, y con respuestas a las nuevas tensiones derivadas de algunas inéditas circunstancias. Y para ello:

es preciso mejorar mucho la democracia interna de los partidos, limitados en buena medida por los comportamientos oligárquicos en su seno,

y estar muy atentos, y abiertos, a otras opciones políticas representativas. No podremos mejorar la democracia en el seno de la sociedad si la aminoramos en el seno de quienes la representan. A la derecha esto es una cuestión que no les preocupa nada; a las izquierdas (¿ha habido alguna vez una sola izquierda?), mucho.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.