Primera Etapa

El aprendizaje de la complejidad democrática

Es necesario que las personas aprendamos para poder vivir la vida en este complejo mundo actual en el que vivimos;

y, de la misma manera, es necesario que el ciudadano no abdique en la individualidad y, como actor de la política, aprenda siempre, porque nunca la democracia heredada está en condiciones de gobernar de manera solvente la sociedad compleja del siglo XXI en la que estamos, ni de hacer frente a populismos y neofascismos reinantes.

Vivimos muy acostumbrados a pensar que la democracia es siempre, y solo, solución, sin acertar a mirarla, también, como un problema que necesita reactualizarse al compás del propio devenir de los cambios sociales.

Vivimos muy acostumbrados a pensar que los demócratas sabemos serlo, tanto en la condición de representantes como de representados, de manera parecida a cuando pensamos que si somos padres o madres es que sabemos serlo.

 ¡Qué gran error esta visión taumatúrgica (automatizada) de nuestras capacidades!

Las relaciones de los gobernantes y los gobernados:

no es franca,

no es veraz,

están cargadas de simplismos, de simplezas incluso,

de eslóganes,

ocurrencias,

automatismos y reduccionismos,

argumentarios clonados…: así contribuimos a mantener una democracia facilona, inapropiada, insípida, falsa, ineficiente, muy alejada de la realidad que tiene que gobernar y muy incapacitada para generar credibilidad.

Hablo de la democracia como problema.

La democracia es un problema por la desafección ciudadana que produce y por la crecida de movimientos alternativos que quieren regresar a cesarismos autoritarios, primero, y a dictaduras después, escondidos en caballos de Troya de seducción.

También es un problema por los muchos que nos dejamos engañar por las mentiras de las soluciones simples y fáciles para resolver problemas complejos.

Problema que se agrava porque la democracia se diluye, se devalúa, se evapora, sin disparar las alarmas, al contrario, lo hace con silenciadores, lo que convierte este proceso en insidioso.

Me refiero a la democracia como problema en su actual formato, no en sí misma considerada;

me refiero a una democracia desfasada e inepta para hacer frente a la realidad del siglo en el que nos encontramos caracterizado por la complejidad existente en nuestra sociedad derivada de las revolucionarias innovaciones acontecidas y de las nuevas dimensiones humanas que han irrumpido con intensidad, y que ponen a prueba nuestra capacidad de comprensión.

Vivimos en entornos complejos.

 Complejidad es igual a: interdependencias, incertidumbres, pluralismo (de personas, grupos, dimensiones), globalización, nuevas tecnologías que hacen instantánea la información a todo el mundo…

Es necesario conocer primero y comprender después la realidad que cambia mucho y en muchas cosas;

es necesario conocer primero y comprender después cómo estamos pensando la política democrática y el por qué de la inadecuación de instituciones y procedimientos a la realidad que debe gobernar.

En necesario conocer primero y comprender después cómo el neoliberalismo y sus coaliciones ideológicas y políticas se está cargando el liberalismo.

Nos pasamos todo el tiempo quejándonos de las insuficiencias de la política que se practica y de lo malos que son nuestros políticos, y poco o nada decimos acerca de alternativas que la mejorarían. De manera que nuestras protestas irritadas tienen mucho de frustración y nada de aspiración, mucho de queja y nada de propuesta, pues no sabemos qué procedimientos alternativos producirían una adecuación mayor entre necesidades y respuestas.

Si nuestra sociedad y el mundo son complejos, la política no puede ser simple, ni simplificadora.

La política debe ser aquella que sea capaz de gestionar la diferencia, la ambigüedad, las incertidumbres, las múltiples dimensiones de lo real, no reconduciendo solo la problemática social del país a una sola dimensión ni tratando de solucionar con un solo procedimiento, o en base a un único principio.

El pensamiento crítico (¡y autocrítico!) no se compadece con análisis simplistas binarios visibles en cualquier sesión parlamentaria de los miércoles (control al Gobierno),

y también visibles en tantas conversaciones callejeras,

y en tantas tertulias televisivas.

No podremos comprender lo que nos pasa si no somos capaces de percibir la realidad y la realidad de la política deseable desde el todo en el que la política debe desarrollarse.

No podremos comprender la política si la enjuiciamos solo desde una dimensión, la que nos preocupa en ese momento. Solo una visión holística de la política nos permitirá percibir y comprender los necesarios equilibrios entre las distintas dimensiones que la componen.

Lo complejo es contrario a complicado y a simple.

La facilidad y la simpleza envenenan el proceso político, y solo aparentemente hacen más comprensible la realidad.

Es necesario combatir la brutalidad y simplificación intelectual de los populismos reinantes. Es necesario que la gente se dé cuenta acerca de qué partidos tienden a reducir la complejidad excluyéndola, ignorándola, combatiéndola, y cuáles favorecen permitirla y hasta fomentarla y asistirla con formación.

Lo simple distiende de momento, pero acaba empeorando lo que trata de explicar.

Cuando no están claras las alternativas, es imprescindible pensar y experimentar.

Vuelvo al “atrévete a pensar” (Kant) a través de racionalidades plurales (Foucault).

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.