Primera Etapa

El control político de los hechos

“Las mentiras resultan a menudo mucho más verosímiles, más atractivas para la razón que la realidad, porque, quien miente tiene la gran ventaja de conocer de antemano lo que la audiencia desea o espera oír. Ha preparado el relato para el consumo público, esmerándose en que resulte creíble, mientras que la realidad tiene la desconcertante costumbre de enfrentarnos con lo inesperado, con aquello para lo que no estamos preparados”.
Hannah Arendt, Verdad y mentira en la política, página 90.

Así escribía hace cuarenta y tres años la filósofa Arendt, y con tanta agudeza lo hizo que la recopilación de escritos que recoge la editorial Página Indómita es de una extraordinaria vigencia, potenciada, si cabe, por los grandes progresos (¿) en el terreno de la comunicación que han amplificado y multiplicado la producción de las mentiras de calidad y una circulación de vértigo.

Aunque oímos decir que en casi todos los aspectos de la vida nos hallamos en un momento definido por el prefijo “post”, no me instalo en la post-verdad, pues me parece  que es muy compatible con la verdad que no hayan verdades definitivas, sino solo conjeturas provisionales; y bien sé, como decía el filósofo de la ciencia Gerald Holton, que “el punto de partida no es la objetividad sino la creencia apasionada en algo que puede que no exista, pero que merece la pena buscar”. 

El engaño como medio para el logro de fines políticos nos han acompañado siempre.

Y, ciertamente, la mentira se abre camino con facilidad porque, de entrada, no entra en conflicto con la razón ya que los hechos bien podrían haber ocurrido según sostiene el embustero, de ahí que sean fácilmente creíbles, no tanto por la credulidad de quien los oye, que también, sino porque los engaños no se fundamentan en la irracionalidad de lo que dicen. 

Contra los fake-news los fact check,

contra las noticias falsas, la verificación de los hechos.

El poder político y los hechos no se llevan bien porque aquél quiere controlarlos, quiere controlar la realidad construyéndola a su manera, en un acto de ilimitada arrogancia, como emulando el poder del Dios del Génesis que creaba nombrando. Se hace preciso que la realidad irremediablemente incierta se enfrente al poder político, enfrentamiento que describe de manera magistral Hannah Arendt.

Dice Arendt que el poder, en su pretensión de acogotar la verdad, antes la ocultaba pero ahora la destruye.

Y sí,

los discursos políticos son parciales, eligen lo que quieren decir y no eligen lo que no les cuadra decir,

desprecian la verdad factual, de los hechos, en función de una idea central que desean defender,

disfrazan sus opiniones con la afirmación nunca argumentada de que “son hechos”, y convierten la opinión en verdad, la doxa en episteme.

Como, afortunadamente, ya no pueden vencer a palos tratan de vencer ocultando o destruyendo la verdad:

(el brexit recién culminado se asienta en una montaña de mentiras que, a partir de ahora, en este tiempo de transición que se inicia y que durará años, se empezarán a aparcar lar mentiras y se impondrá la necesidad de llegar a una espesa red de acuerdos que, al final, lleven a los británicos a una situación próxima a la que han abandonado ¡!!).

Está tan arraigada la mentira en política que los ciudadanos exigimos, como mínimo, la despolitización de algunas áreas de la vida pública como La justicia y La educación

(también esto lo decía Arendt hace 43 años: los juicios sobre el Procés, el pin parental, y la incapacidad para renovar los órganos constitucionales aplauden la lucidez y vigencia de la Filósofa).

Se impone proteger algunas áreas institucionales frente al poder político ¡y social!, de manera que de las Universidades puedan salir las verdades incómodas, y de los tribunales, juicios inoportunos no esperados, como si de refugios de la verdad se trataran. La importancia de la Educación y de los Tribunales y Jueces no es política, sino que descubren, interpretan y custodian verdades de hecho.

No es posible ser onfalitas y, a la vez, ser amantes y buscadores de la verdad.

Pero sí sería posible legislar para hacer más fácil que los fact check venzan a los fake news, que aquello de lo real que no podemos cambiar brille como verdadero.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.