Primera Etapa

Hijos de la Ira

…y paso largas horas gimiendo como el huracán,

ladrando como un perro enfurecido.

(Fragmento del primer poema “insomnio”, en Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, publicado en 1944).

¿Y si fuesen “hijos de la ira” los cuatrocientos mil que han votado a Vox en las recientes elecciones a la Junta de Andalucía?

¿Y si fuesen, también, “hijos de la ira” muchos de quienes no han votado a partido alguno en estas mismas elecciones contribuyendo por omisión al triunfo de Vox?

¿No deberíamos mejorar la comprensión de los comportamientos humanos?

Seguro que son varias las causas que han determinado estos resultados electorales que, de largo, se singularizan de todos los que se han producido desde los primeros en 1982. El PSOE sigue siendo el partido más votado, pero ha aparecido un nuevo partido de ultra derecha que ha debutado con doce parlamentarios y que, en concurrencia o mera complicidad con Partido Popular y Ciudadanos, podrían producir por primera vez una mayoría de gobierno de derechas.

Podríamos referirnos a quiénes han votado a Vox  como “los hijos de la ira”, en un intento de interpretación más allá de ideologías, de partidos, de teorías sobre el comportamiento humano.

1.- Para empezar, la ira es una emoción, de manera que se trata de una reacción electoral no explicable desde la lógica política, sino, más bien, desde lógica emocional, psicológica, psicopatológica, como un ejemplo, entre otros muchos, de “psicopolítica”, de actitud prereflexiva o postreflexiva.

2.- La ira es una emoción difícil de predecir y controlar, entre otras razones, por el prestigio que tiene en algunos ámbitos como el empresarial, el familiar y…el político. Se dice que la irritación es: catártica, energizante, euforizante, ¿cuál, si no, es la base del equilibrio de Trump? ¡!Ay lo del puñetazo en la mesa!! Espero que no lo aprendan las mujeres y lo ejerzan en modo femenino…

3.- En todo caso, como toda emoción, la ira es un recurso de la persona que nos informa acerca de un obstáculo, o una amenaza, que se interponen en el camino de nuestros objetivos, produciendo  irritación, y propiciando un movimiento contra el causante de la emoción para despejar el camino destruyendo el obstáculo si es posible. Quizá esta definición explique mucho de la aparición de Vox y de los cuatrocientos mil andaluces que lo han votado:

a.- El desencadenante universal de la ira es la amenaza, con un gran componente moral, que afecta al orgullo de las personas que se sienten instrumentalizadas, ninguneadas, manipuladas, engañadas. En nuestro caso, seguramente no hay un solo tema de fondo, sino varios de los que vamos viviendo en los últimos años. Tema o temas de fondo que no son tratados adecuadamente y, por lo tanto, legitiman una reacción extraordinaria.

b.- El obstáculo, o los obstáculos, “irritan” a las personas, irritación que resulta de un proceso lento que produce hartazgo  hasta llegar a alcanzar un punto crítico para la explosión.

c.- La irritación es contra alguien, contra el causante del daño, contra quien, o quienes, resultan contrarios a los propios objetivos. Por ser “contra” es conflictivo y de difícil gobierno. Seguramente, en Vox y en sus votantes, el “contra” lo representa, no solo el Gobierno de la Junta de Andalucía actual  sino, también, todos los demás partidos, no solo los históricos sino también cuantos componen “Adelante Andalucía”.

¿Quiénes son, pues, los 400.000 andaluces que han votado a Vox? ¿Se diferencian de Vox, de su Programa y de sus líderes?

No me parece que todos, ni la mayoría de ellos, respondan a un perfil fascista, pero no me cabe duda que resultan responsables de que un partido nuevo, pre fascista al menos, haya obtenido 12 parlamentarios, y responsables de todas las consecuencias que ello conlleva.

Los 400.000 votantes de Vox son ciudadanos cargados de  acritud, furia, hostilidad, rabia (ira envejecida, embalsada, reprimida que crea predisposición a enfadarse por cualquier cosa: metástasis de la ira), rencor, quizá odio.

Hijos de la ira.

La ira es…

como una bomba que, si explota, hace daño a su alrededor,

bien contra las personas (agresividad a flor de piel, atentados),

bien contra los objetos callejeros (patadas contra papeleras urbanas, contenedores, coches, escaparates…: los objetos funcionan como figuras vicarias de personas físicas o jurídicas: revueltas).

Y, si la bomba no explota (reprimimos la ira), explota dentro de uno mismo, iniciando un diálogo interno destructivo que nos deja al borde del resentimiento y del odio, sentimientos estos cargados de belicosidad y cercanos a lo más indeseable.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.