Primera Etapa

Las bombas dan trabajo

Es posible que recordéis la cifra de

1813 millones de euros

como la cantidad que el Gobierno de Arabia Saudí debía pagar por el contrato con la empresa pública Navantia, que construiría, a cambio, cinco corbetas. Y es posible que recordemos, también, que la Ministra de Defensa paralizó/suspendió el contrato que un anterior Ministro de Defensa había firmado en 2015  con Arabia Saudí para vender 400 bombas sofisticadas del ejército español que podrían ser utilizadas en la guerra con Yemen (compradas, por cierto, al ejército norteamericano, no entiendo la logística de la operación). Este movimiento sensato de la Ministra Robles, todo él digno de elogio, alarmó:

al Gobierno saudí,

al Gobierno de España,

a la Junta de Andalucía,

a los trabajadores y sindicatos de Navantia en San Fernando (Cádiz),

a los astilleros de El Ferrol,

y a la sociedad que sigue la política.

Salta la crispación en Cádiz.

Los trabajadores se manifiestan ante el temor de perder el contrato de la fabricación de corbetas. E inmediatamente….el Gobierno se moviliza diplomáticamente,

hace retórica distractiva,

re-cu-la,

porque sabe que no puede poner en riesgo la construcción de las corbetas y prescindir de miles de puestos de trabajo durante varios años, en una de las zonas más deprimidas de España. Todo el mundo percibe que Margarita Robles empieza a quedarse sola y trata de tranquilizar, de recomponer la figura  pensando que tomó una decisión sin calibrar sus efectos ni la reacción a la que obligaría al Gobierno del que forma parte.

Me pregunto si la Ministra decidió bien.

Me pregunto si decidió teniendo en cuenta las consecuencias y, pese a ellas, decidió así, como hubiera hecho una ONG, o Amnistía Internacional, o un ciudadano corriente.

Me pregunto si decidió de una manera candorosa pensando que un Gobierno socialista tiene que poner barreras a la venta de armamento a un país tan autoritario y tan poco protector de los derechos humanos.

Pero las armas, ay, suenan a poesía cargada de futuro

(¡Si Gabriel Celaya nos oyera!)

porque

las armas- son- !dinero!,

y, antes,

dan trabajo,

como magníficamente expresaba El Roto el doce de este mes en su dibujo de El País.

¿A costa del riesgo de la destrucción y muerte de otros? Sí, ¡pero dan trabajo!

Yo celebro la iniciativa de la Ministra de Defensa, incluso si se hubiera producido a sabiendas de los incidentes lógicos que se produjeron. Ahora ya resulta muy difícil que la sociedad y la propia clase política reprochen al gobierno la culpa y la responsabilidad de la venta de armas;

ahora ya es muy fácil  que la sociedad y los propios ciudadanos se den cuenta que hay cosas como la venta de armas que las realizan partidos de distinto signo,

porque las bombas dan trabajo.

Ahora…ha saltado por los aires la hipocresía social, pues nadie hace conflicto de esto,

todos lo saben y nadie se opone,

nadie quiere descapitalizarse electoralmente, y…

porque las bombas dan trabajo, y esto nos tranquiliza.

En privado, de manera petulante, en grupos de amigos, en alguna tertulia decimos que la obligación de un Gobierno es procurar empleo a todos los ciudadanos sin tener que recurrir a la fabricación de cinco corbetas y nos quedamos tan tranquilos una vez ya endosada la responsabilidad al Gobierno a la par que nos desresponsabilizamos nosotros, la gente, los ciudadanos…, que ya hacemos cuanto podemos para hacer posible una economía alternativa a las bombas que dé trabajo, autolimitando la capacidad de percibir y comprender más allá de lo que conviene, hasta devenir en la construcción de una falsa escala de valores y de creencias.

¡!Ay, la banalidad del mal, Arendt lo dijo!!

Nuestro vínculo con la comunidad ya no es hablar sobre la magnitud del mal (la venta de armas sofisticadas guiadas por laser a países no democráticos), sino que nos interconectamos y hacemos política en los espectáculos mediáticos, a tiempo real, como deportes, chismes, ocurrencias de políticos y tertulianos, cosas que no añaden valor y quitan mucho, quitan el interés por la política y ponen el interés en la política banalizada: en lo trivial, en lo insustancial, en lo tranquilizador. No me queda más remedio que declarar la incapacidad de representantes y de representados para resolver una cuestión de extremo calado moral, ni siquiera para debatirla.

No quiero acusar al mundo de haber sido engañado, sin antes detenerme en cuánto de engañoso he sido yo para mí mismo.

Las bombas crean trabajo: me lo he creído, que se proceda en consecuencia.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.