Retales De Mi Vida

Línea de los árboles

De todas las fotos que hice en Noruega hay una a la que vuelvo con frecuencia. Es la de una cabaña de madera pintada de negro junto a otra más pequeña, poco más allá. La localización del móvil marca Finse, uno de los puntos más altos entre Oslo y Bergen y al que solo se accede en tren, a pie o en bicicleta, o con esquís cuando empieza la época de nieves. Ese lugar me fascina por su aridez. A lo largo de varios kilómetros hay roca, hierba, nieve y agua. Agua en formas y colores que no había visto hasta entonces. A veces gris por el reflejo del cielo, otras blanco en la nieve y en las cascadas brotando de las montañas, otras transparente, otras en un azul helado… 

Esa foto es también para mí la foto de la vida que aparece más allá de la línea de los árboles, algo que aprendí en aquel viaje en tren en el que fuimos sentados entre un grupo de turistas norteamericanos que iban recibiendo explicaciones. Más allá de esa línea imaginaria y debido a la altitud, la vegetación desaparece, queda la roca, el agua, algo de hierba, el hielo, la nieve. Ahí se cruzan todo y nada, la soledad extrema, el tiempo que nos precede y sucede y la inmensidad de la naturaleza y su belleza. Y también los humanos que encuentran un lugar en el que hacer vida, aunque sea a tiempo parcial, sin más compañía o con toda la compañía de esa naturaleza que refleja como un espejo la dimensión de lo simplemente humano. 

Este domingo de un diciembre mediterráneo, en el que el sol ilumina y calienta la tarde, vuelvo a ese recuerdo de Finse, donde esta misma vida sigue, aunque el sol se haya puesto a las 3 de la tarde y la sensación térmica sea de 16 grados por debajo de 0.

Nieves Garcia Gómez

Artículo escrito por Nieves Garcia Gómez, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.