“Recordar”, en latín, significa volver a traer al corazón”.
Clara Obligado en “Todo lo que crece”,
editado en Páginas de Espuma, noviembre 2021
Su nacimiento.-
En Praga, capital de Bohemia, un 4 de diciembre de 1.875.
Los padres de Rilke pertenecían a la minoría germánica de Bohemia, de manera que paso su niñez y años de su juventud inmerso en ambiente eslavo. El nombre entero con el que fue bautizado según el rito católico fue René Karl Wilhem Johann Josef María Rilke.
No tuvo una infancia feliz, pero siempre reconoció el valor que esos primeros años tienen para toda la vida: “la verdadera patria del hombre es la infancia”.
Sus padres.-
Josef Rilque.
Nace en un pueblo de Bohemia en 1838 y fallece en 1.906. Inició una carrera militar que abandonó a los 27 años, y terminó siendo un discreto y modesto empleado de la sociedad de ferrocarriles de Praga.
Sophie Entz.
Nace en Praga en 1851 y fallece en 1.931. Procedía de una familia alsaciana, lo que influyó en el acercamiento a la lengua y a la cultura francesa. De familia comerciante y adinerada, era una mujer culta, con afán de grandeza y de brillo social.
Se casan en 1.873 y se separan en 1.884, cuando René tenía nueve años.
Su muerte.-
Sucedió el 29 de diciembre de 1.926, en el sanatorio de Val-Mont, Valais suizo.
Solo le acompañaba una de las amigas de sus años en esta tierra, Nanny Wunderly-Volkart (1878/1962). La conoció en Zurich en el otoño de 1919, buena aficionada al arte y a la literatura, y desde el primer momento protectora del poeta, y fidelísima amiga de los últimos años. Puso a su disposición el castillo Berg, en Irchel, donde vivió seis meses.
Su entierro.-
El dos de enero de 1.927 en el cementerio que rodea a la pequeña y encantadora iglesia de Raron, un pueblecito del cantón de Valais, bajo un paisaje alpino de esplendor. Solo seis personas acompañaron a Rilke, pero el entierro fue excepcionalmente emotivo. Una de las asistentes tocó con su violín una sonata de Bach. Y otro, leyó los primeros versos de la Primera de las Elegías:
“Quién me oiría, si gritase yo, desde la esfera de los ángeles…”.
Su ciudad.-
Praga.
La peculiar situación de Bohemia dentro del imperio austro-húngaro influyó en su desasosiego existencial ante una patria dudosa y provinciana, que lo estimuló a abrirse a las culturas europeas.
Aunque ya era bien conocido por sus publicaciones, en 1896, con 21 años, Rilke abandona sus estudios universitarios, su ciudad y su familia, momento que resultó crucial en su vida.
Se trasladó a Munich en donde explora intensamente la polifacética vida cultural de la ciudad y en donde conoció a Lou Andreas- Salomé, tan importante en su vida, con la que realizó dos viajes a Rusia de cinco meses de duración, en los que se gestó uno de sus cinco grandes libros: El Libro de Horas.
Su domicilio.-
Tuvo muchos.
Rilke fue nómada en su vida adulta; visitó buena parte de las ciudades de Europa y algunas del Norte de África. Las que más influenciaron su vida y su obra fueron: París, Rusia y España. Sevilla, Toledo, Ronda y, ya de regreso, Madrid o el Museo del Prado. En su estancia en Toledo admiró toda la obra de El Greco y, en particular, su tenebroso cuadro de la ciudad. En el Prado contempló “con pasión los cuadros de El Greco, los de Goya con asombro, los de Velázquez con el máximo respeto”.
A Ronda llegó un 19 de diciembre de 1912, y se hospedó en el hotel Reina Victoria, hoy Parador Nacional de Turismo, en una pequeña habitación que, hoy, sigue reservada al poeta. En el jardín hay una estatua de bronce, de pie, contemplando la serranía de Ronda: “Miro y miro, hasta dolerme los ojos, y trato de grabarme esto que estoy viendo, y me lo repito como si tuviera que aprenderlo de memoria”. Cuando estuve allí, me di cuenta que…sigue en ello.
Desde 1.896 hasta que murió vivió en pisos alquilados o habitaciones de hotel, y, muy frecuentemente, invitado y hospedado en casas de amigos y de admiradoras.
Su profesión.-
No la tuvo: fue escritor.
Se dedicó a escribir y hablar (dio muchas conferencias en ciudades europeas), para nada fue un profesional de la literatura, sino que la experiencia de vivir y la experiencia de crear se funden, hasta poder decir que más bien vivió al ritmo de la poesía que escribía, que al revés: hacer poesía era hacerse él. Es el poeta por excelencia, una cima de la lírica europea (no la única, claro).
Su idioma literario esencial.-
El alemán, un alemán cerrado y restringido porque era el que se hablaba en Bohemia, territorio del imperio austro-húngaro con mayoría de población eslava y un núcleo dominante de lengua alemana, y en el que escribió sus obras tempranas. Este alemán cerrado y restringido se amplió espectacularmente después. Los traductores lo tienen muy difícil con Rilke. Y los lectores lo tenemos muy difícil con sus traductores, por las maneras tan diferentes de llevar la traducción a la práctica.
Su vida afectiva.-
Voluminosa, intensa, errática, presidida toda ella por un melancólico anhelo amoroso. Se relacionó con muchas mujeres, y la naturaleza de estas relaciones fue muy variada.
Con una se casó y tuvo una hija (Ruth, 1901/1972); se separó un año después con una separación amistosa que dio de sí una comunicación para siempre.
Con Lou Andreas-Salomé fue amante por un tiempo.
Con otras se relacionó, intensamente incluso, pero sin llegar nunca a compromisos, que los veía como obstáculo para su libertad de escritor.
Y no faltaron otras de pura amistad, como la que tuvo con Marie von Thurn und Taxis-Hohenlohe, a quien dedicó las Elegías de Duino.
Su ámbito literario.-
Muy extenso: poemas, cartas, cuentos, hasta las dedicatorias de los libros que regalaba. Como si al poeta le viniera corto el poema, y al narrador, corta su prosa. Pero, sobre todo, el que escribía era un poeta, siempre era un poeta, también cuando escribía prosa. También cuando no escribía.
Su trabajo: incierto, impredecible, entregado, con obras que surgieron en una noche y otras que duraron años, con momentos de alta fecundidad y otros de extrema esterilidad.
Su sensibilidad vital.-
Máxima, que explica las orientaciones de su mirada y las severas crisis anímicas que padeció, incluida la del suicidio, de las que se recuperaba con la terapia de su escritura. Esta sensibilidad del poeta le arrastra hacia otra realidad, otra visión del mundo, como lugar al que llegar y en el que descansar de las presencias agobiantes y de los seres heridos por la existencia. Su vida está llena de momentos de exaltación y etapas de profundas crisis de tristeza y de melancolía. Su poesía fue el lugar donde unían la muerte y la vida, donde las pobres y escasas palabras de “vida y muerte” eran intercambiables.
Su actualidad.-
La importancia de su obra ha sido de tal calibre que los estudios sobre la misma son innumerables, de manera que no quedan aspectos sin estudiar e investigar. Pero la relevancia y la calidad de su obra siguen dando pie a nuevas perspectivas e interpretaciones y, a la postre, cualquiera pueda hacer “su” lectura y aquí, sí, alcanzar originalidad.