Primera Etapa

Una persona, un voto, una opinión, un criterio

Las relaciones de los gobernantes con los gobernados no es franca ni veraz. Está cargada de simplismos, eslóganes, ocurrencias, automatismos, argumentarios corporativos: quieren cazar el voto de cada persona, pero no buscan su opinión, ni aspiran a que la conformen con sus propios criterios.

Una persona-un voto, sí, pero es el ciudadano como actor político quien debe poner la opinión.

La acción de los políticos profesionales con sus electores debería dedicarse a informar acerca de lo que hacen y de lo que se proponen hacer:

las ventajas y los inconvenientes,

las luces y las sombras,

lo que es posible y lo que todavía no lo es,

los porqués de sus prioridades,

con el objetivo claro y firme  de contribuir a aumentar la libertad de los gobernados, que son quienes ponen la opinión y el juicio, mediante un “acto libre”,

del que Aristóteles decía, en su Ética a Nicómaco, que es

“aquel que tiene su origen en el propio agente”: imposible decir más y mejor con menos.

Las campañas electorales son, en el mejor de los casos, burda propaganda electoral, y en el peor, farsa y despilfarro de recursos públicos. ¿Por qué no se suprimen? : pues…

para que la abstención no ponga en evidencia a la propia democracia,

y para facilitar la competencia feroz de los partidos y su falta de comunicación con los ciudadanos en el día a día de la política.

Una nueva política debería alentar de manera persistente y entusiasta la participación efectiva en los días que no se vota (que son todos menos uno):

porque creen en la democracia de “cada persona un voto”,

la democracia de  “cada persona una opinión libre”,

la democracia “cada persona con un criterio de verdad”, no rehén de la “verdad dominante”, ni perdido en la llamada post verdad.

No cabe duda de que la política es poder, un poder común, y un gobierno. Pero como dice Michel Foucault “el poder está por doquier”, o, de otra manera, hay multiplicidad de poderes en la sociedad, incluido el primordial: el individual (producción de sí mismo), y el del individuo-ciudadano (actor político). Queremos que el poder común al que nos sometemos libremente, lejos de anular el de cada uno y el de los pequeños grupos sociales, lo facilite, lo refuerce, lo garantice. Y el principal recurso a nuestra disposición es el voto y la opinión fundada:

el voto es personal e indelegable: lo sabemos,

la opinión y el criterio también: nos falta aprenderlo.

El sufragio universal fue una conquista histórica (muy reciente, por cierto). El día en que no existan campañas electorales será otra conquista histórica, pues la opinión de los ciudadanos respecto de las políticas y de los políticos se habrá ido configurando y decantando con la participación efectiva en el día a día y… con la ayuda de un periodismo profesional responsable, que aporta la preciosa, indispensable e irrenunciable información.

El día de reflexión víspera de unas elecciones nos parecerá inútil. Creo que ya lo es.

Pascual García Mora

Artículo escrito por Pascual García Mora, compartiendo pensamientos y reflexiones desde Scholé.