18 de noviembre,
viernes
La siesta.-
La siesta es…como una pequeña noche en medio del día, como si el día del verano o el día del invierno tuvieran dos noches, y dos lunas tuviesen las noches de luna llena.
Me acuerdo de la visita que hice a “La siesta” en el Musée
d’Orsay de París, de luz y amarillos intensos y entregados, pero, a la vez, de intensa pausa y calma, ostensibles en el hombre y la mujer que la duermen sobre los cereales recién segados.
Ya en mis viajes de adulto la siesta me obligaba a regresar al hotel, porque estar sentado en un sillón para nada me parecía la pequeña noche de cada día; la recompensa la tenía al regresar a la ciudad. La siesta no era acortar el día, lo alargaba. A mi edad es más cierto: hay más día si reducimos el día.
19 de noviembre,
sábado
La rosa.-
Hoy lleno este espacio con rosas, porque ayer, viendo la película “El club de los poetas muertos”, escuché, con especial emoción, el fragmento final del poema anónimo ”De rosis nascentibus” (acerca del nacimiento de las rosas), que en la película aparece
imitado por Gerard Pitts:
“Coged rosas mientras podáis,
veloz el tiempo vuela,
la misma flor que hoy admiráis
mañana estará muerta”.
Este fragmento y la propia película me llevan, casi
inexorablemente, al glorioso hexámetro final de la Oda de Horacio, que dice:
“ carpe diem, quam mínimum credula postero”.
Tanto el “carpe diem” como el “collige, virgo, rosas” cabalgan con alas de tópico asociados a “vivir el momento” ante la fugacidad de la vida.
Cito completa la Oda 11, del Libro Primero, para que volvamos a escuchar los versos que preceden al “carpe diem”, pues, ¿cómo estar en la conclusión si antes no hemos estado en las palabras que la sostienen?
No investigues, Leucónoe, pues no es lícito saber
el fin que ni a mí ni a ti los dioses destinen,
ni consultes las predicciones babilonias.
¡Vale más esperar lo que haya de ser!
ya conceda Júpiter varios inviernos, ya sea éste el último,
el que ahora agoniza contra las rocas del mar Tirreno;
prudente sé,
rebaja el vino y
en nuestro breve vivir la esperanza contén.
Mientras hablamos, el tiempo celoso habrá ya escapado:
Goza el día y no jures que otro igual vendrá después.
Leo una y otra vez este canto, que Horacio dirige a Leucónoe (no sabemos quién fue, ni siquiera si fue, pero sí sabemos que su etimología es “leukos+nous”, es decir, mente blanca, ingenua).
Pues bien, Horacio exhorta a la “mente ingenua” a no obsesionarse escudriñando lo que el destino le va a
consentir, a no tener en cuenta los presagios astrológicos de los babilonios, y a aprovechar el día, sufriendo o esperando si es preciso, siendo prudente, conteniendo la esperanza, recogiendo los frutos sazonados del día,
gozando las horas y no abdicando en un día siguiente que no
sabemos si llegará ni cómo será.
Siglos después, apareció el poema anónimo de cincuenta versos que he citado y que aquí transcribo su dos últimos, que se inician con el famoso “collige, virgo, rosas” (el equivalente al “carpe
diem”): Collige, virgo, rosas, dum flos novus et nova pubes,
Et memor esto aevum sic properare tuum.
Coge, muchacha, las rosas, mientras la flor está aún lozana,
y lozana aún tu juventud, y acuérdate que así de a prisa pasa
también tu vida.
Textos inmortales los dos, generosamente inspiradores, ambos, en la literatura española y en las literaturas del mundo, que hoy los junto en esta página del Blog, como juntos los vi en la extraordinaria película “El club de los poetas muertos”, homenaje magistral a todos los maestros en la interpretación sobresaliente del profesor John Keating que, aunque sale despiadadamente despedido del colegio, queda para siempre en la mente de los alumnos.
20 de noviembre,
domingo
El latín.-
Hablamos la lengua española, o catalana, o gallega, sin
apercibirnos que es latín la lengua que hablamos, pues tres
cuartas partes de las palabras que decimos tienes origen latino.
¿Lengua muerta?
Lengua “matada”, si acaso…la matamos desconociéndola, alejándola, anulándola en los espacios educativos.
Por eso, con enfado que no contengo, transcribo, entera, la oda de Horacio como un humilde homenaje al latín.
Tu ne quaesieris, scire nefas, quem mihi, quem tibi
finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios
temptaris números. Ut melius, quidquid erit, pati!
seu pluris hiemes seu tribuit Juppiter ultimam,
quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare
Tyrrhenum, sapias, vina liques, et spatio brevi
spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit invida
aetas: carpe diem, quam mínimum crédula postero.
21 de noviembre,
lunes
La infancia.-
Ahora, más que en la etapa adulta de la vida, me sorprendo
mirando en silencio mis primeros años de vida, que me llevan, casi siempre, a la belleza inmensa de la infancia y a tomar partido a su favor.
Los niños, las niñas…,
los veo, me complazco con ellos.
Son todo lo que son.
Ser todo lo que son…¡! solo pasa en esta etapa primera de la
vida!!, hasta que llega ese momento en el que te das cuenta que
ya no, que ya no, que ya no…